Este artículo ha sido escrito por Toño Barredo Ons, Responsable de RRHH y P.R.L Ferdinand Bilstein España, profesor del Máster de Gestión y Dirección de RRHH de Kühnel Escuela de Negocios.
Barredo Ons, además, suma un total de 24 años trabajando en el sector de los recursos humanos en diferentes servicios, en logística y automoción. Toño lleva ejerciendo como formador desde hace más de 15 años.
Cómo somos como personas
Cuando alguna persona me dice que aspecto valoro más en un candidato en una entrevista de trabajo, siempre le contesto con una frase que se me quedo grabada hace años. «Seleccionamos a la gente por su currículum y prescindimos de ella por cómo es como persona».
¿Habéis reflexionado sobre esta frase? Yo siempre que la pienso me viene el recuerdo del colegio. Allí el éxito se medía por el coeficiente intelectual, en las buenas notas que sacabas en los boletines y era así. Había una competición interna donde el que sacaba más sobresalientes era el más inteligente y el que más probabilidades de «llegar a ser algo en la vida».
Los profesores, los padres valoraban el éxito o el fracaso en función de un número, de una escala de éxito que se basaba solamente en una inteligencia, la intelectual y no se paraban a pensar en otras cualidades que podían tener otras personas que no eran tan inteligentes desde ese punto de vista.
En esa época yo pensaba que había compañeros con otras habilidades que no se podían cuantificar pero que las veía igual o más importantes que el mero hecho de sacar un sobresaliente o un bien.
Gente que sabía escuchar, personas que eran como enzimas que provocaban que todo el mundo estuviera unido y que el grupo se llevara bien, compañeros con un sentido del humor impresionante, amigos que sabía trabajar en equipo, amigas que te echaban una mano en el momento más complicado sin tener que decirles tu nada, etc.
Está claro que en este grupo había gente con buenas notas, con notas medias, que aprobaban justitos y que suspendían, pero al final, lo que valorábamos como grupo no eran lo que “sacabas en las notas” sino todo eso que no se veía y que hacían de esas personas seres especiales.
Creo que, si en ese momento hubiéramos hecho una porra para ver quién creíamos que iba a triunfar como persona y como profesional, estoy seguro que los mayores hubiesen seleccionado a unas personas basándose en las notas. Los pequeños, sin embargo, hubiéramos dicho otras basando esa elección en algo no numérico, no evaluable, en algo que tiene que ver más con la persona que con el estudiante.
Una vez que pasó la etapa del colegio y la universidad, volvías a ver a tus compañeros del colegio y recordabas como eran, quienes tenían ese factor que le hacía diferentes y observabas que no siempre los mejores desde un punto de vista intelectual habían llegado a ser algo como decían el cole. Que ese no sé qué había sido más importante que un buen expediente.
Estoy seguro de que todos tenemos ahora mismo en la mente nombres de compañeros que siendo unos magníficos estudiantes no han brillado tanto como otros, que siendo tal vez más del montón, disponían de unas habilidades diferentes a lo meramente intelectual.
Si esto lo trasladamos al mundo de los recursos humanos, nos pasa lo mismo. La diferencia que hay es que ese no sé qué lo llamamos ahora inteligencia emocional, empatía, asertividad, etc, términos que hace 40 años no estaban en nuestro día a día de las empresas ni de la sociedad y que ahora están en boca de todos.
Al final, no se trata de demostrar la inteligencia intelectual ya que es igual de importante que el resto de inteligencias que tenemos, pero sí que es verdad que un currículum solo habla de una parte de nosotros (intelectual/profesional) y no de la más importante, el quién soy yo.
Creo que, a la hora de llevar a cabo un proceso de selección, una promoción interna u otro proceso en el que intervengan personas, las competencias hard son fundamentales, pero si a éstas no se le unen las competencias soft, a nuestro banco le faltará siempre la pata más importante.
Ese factor es la esencia de todo, la parte que no se ve y por la que al final nos examinan en la familia, en los grupos de amigos, en el trabajo, en la sociedad: nuestra manera de ser como personas.
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